martes, 10 de abril de 2012

Confiar y fluir

Hay momentos en la vida en que parece que todo está estancado y días en los que sientes que da igual a qué hora te levantes, si no tienes nada especial que hacer... Inmers@s como estamos en una forma de vida en la que la inmediatez parece que es lo mejor, nos cuesta parar.  Nos cuesta parar, pero sobre todo nos cuesta confiar en que esta lentitud es buena y necesaria.
Si volviéramos la vista y la conciencia a la Madre Naturaleza, veríamos que su ritmo, que es el nuestro, no es rápido; es constante, lento, con calma... Las semillas no florecen de un día para otro, aguardan en el interior de la tierra, calladas, tranquilas; son regadas por las lluvias y acariciadas por el Sol y la Luna también les envía su luz y su energía.  Y un día, después de muchos meses, aparece una hojita chiquita, testigo de que la vida vuelve a renacer.  
Aunque llevo bastantes meses viviendo a un ritmo mucho más lento del que estaba acostumbrada, hoy es uno de esos días en que me cuesta pensar que todo está bien, que hay que sentir el momento, sin pensar en el ayer ni en el mañana.  Y es entonces cuando me tengo que recordar que, precisamente ahora, es cuando más necesito confiar y fluir.  No poner barreras a este momento, ni acelerar procesos que necesitan su tiempo de maduración.  
Me resulta muy difícil porque soy de naturaleza impaciente; lo quiero todo para ya! He sido educada para "producir" y ahora no lo estoy haciendo, o al menos, eso parece... Y entonces llegan los nervios, el bajón, las comeduras de coco...Empiezo a dormir intranquila, a agobiarme y perder mi centro.  Y en medio de toda esa marea de emociones, de pensamientos negativos y positivos que se entrecruzan, de proyectos que no llegan ni a ser escritos en papel, me recuerdo a mí misma que, como Mamá Gaia, soy cíclica; todo sigue su ritmo y a veces es más frenético y a veces, más lento.
Confiar y fluir, como un arroyo entre las piedras...